Parece que el síndrome de burn out es un proceso formado por tres etapas.

La primera es el desajuste entre los recursos y las demandas (estrés, que puede ser causado por demandas tanto internas como externas a la persona).

En la segunda etapa este desajuste provoca una respuesta emocional a corto plazo caracterizada por sentimientos de ansiedad, tensión y fatiga (carga psicológica, tensión).

En la tercera etapa se dan un número de cambios actitudinales y conductuales, como tratar a los sujetos de forma distante y mecánica o experimentar una preocupación cínica por la gratificación de las propias necesidades.

De esta forma, el término burn out hace referencia a un proceso formado por estrés laboral, tensión y acomodación psicológica, que hace que el antes comprometido profesional se desvincule de su trabajo como respuesta al estrés y tensión experimentados en su ámbito laboral.

Psicológicamente hablando, el síndrome de burn out representa una de las posibles respuestas a una situación laboral intolerable, concretamente, una situación en la que el estrés y la tensión experimentados no pueden superarse mediante acciones dirigidas a la solución del problema. Los cambios en la actitud y comportamiento aseguran que no se va a experimentar más tensión de la que ya se sufre. En otras palabras, se adopta una postura defensiva ante una situación dañina y que no se puede modificar.

Son varios los posibles cambios que la persona puede realizar. Uno de ellos es la pérdida de interés, la cual se acompaña de un marcado distanciamiento.

Otros posibles cambios actitudinales son la aparición de la apatía y la pérdida de ideales.

El proceso de burn out es auto-reforzante. El desánimo y retraimiento traen consigo un nuevo fracaso, que a su vez provoca un mayor desánimo y retraimiento, que una vez más llevan al fracaso. En otras palabras, una vez que comienza el ciclo es difícil romperlo.

Por otra parte, el estrés laboral no tiene porqué invariablemente tener que derivar en tensión, y en el caso de que lo haga, tal tensión no tiene porqué provocar el estilo defensivo asociado al burn out.

El síndrome del burn out comprende una serie de alteraciones físicas, comportamentales y emocionales que tienen su origen en factores individuales, laborales, y sociales.

En cuanto a los síntomas, hay diversos autores que revelan que se pueden agrupar en cuatro áreas principales.

La primera abarca síntomas psicosomáticos y destacan los dolores de cabeza, fatiga crónica, úlceras o desórdenes gastrointestinales, dolores musculares tanto en la espalda como en el cuello, hipertensión, y en las mujeres pérdida de ciclos menstruales.

La segunda comprende síntomas conductuales como absentismo laboral, aumento de conducta violenta, abuso de drogas, incapacidad de relajarse y comportamientos de alto riesgo (conducir temerosamente, o juegos de azar peligrosos).

El tercer grupo son los comportamientos emocionales; como son el distanciamiento afectivo, impaciencia, deseos de abandonar el trabajo, irritabilidad, dificultad para concentrarse, descenso del rendimiento laboral, dudas acerca de su propia competencia profesional y baja autoestima.

Por último los autores señalan los síntomas defensivos que aluden a la negación emocional; negación de las emociones, ironía, atención selectiva y desplazamiento de sentimientos.

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